lunes, 31 de marzo de 2014

El Capitán del camión


Javier Cantero barrió, lastimó, dolió, manchó y destruyó. Hizo la misma cantidad -o más- de desmanes que otras Comisiones Directivas le han hecho a Independiente. Será recordado como el presidente que, en complicidad con Julio Comparada, hizo méritos para que el Rojo juegue su primera temporada en la segunda división del fútbol argentino. Pero hay algo peor. Algo que, sumado a su incapacidad dirigencial y soberbia funcional a lo largo de su gestión, lo acompañará por el resto de sus días. Cantero mintió. Y mintió mucho.

Hugo Moyano, Noray Nakis, Fabio Fernández y demás, fueron la única ayuda económica que el máximo dirigente del club realmente recibió. Que estos nombres sean particularmente recordados en Independiente -o en el país- no quiere decir que dicha ayuda esté mal vista, sino que Cantero, como en tantos otros casos, faltó a sus principios.

Cuando el 18 de diciembre de 2011 Cantero fue electo, dijo, además de ironizar con la frase "hoy estoy más cerca del champagne que de la calculadora" (saludos desde la B Nacional), una lección de hipocresía que se haría notar en menos de lo que su gestión realmente durará.

"Llamaron a los hermanos musculosos, a los que eran políticos, a los que tenían votos cautivos, a los que tenían plata, a los que tenían espalda...", bueno. No sigo porque el famoso final con "Independiente no se toca" y la similitud con la frase "a Racing nadie le toca el culo" de De Tomaso, me provoca nauseas. Pero lo que hay que dejar en claro es que la misma gente que Cantero "echó" por la puerta de atrás, es la misma que hoy volvió para "ayudarlo".

¿Es la solución? Dios dirá. Que Dios ayude al Diablo sería mucho pedir, pero aquí es necesario. Todos lo han dejado morir. Independiente agoniza. Cantero es un tipo con suerte. Soberbio, pero con suerte. Y Moyano es un tipo con plata, pensarán algunos. Aunque nadie pone un peso en un club sin esperar recibir nada a cambio. Cantero vendió su alma y sus principios. Cantero mintió. Y los jugadores de Independiente cobraron, ganaron, gustaron, golearon, se fueron aplaudidos y revolearon sus transpiradas camisetas -por ocho fechas lucieron absolutamente secas- hacia la gente que los alentó durante todo el partido con Talleres. ¿Es el camino? No lo se, estoy confundido.

No se si los Moyano, los Nakis, los Maldonado, los Fernández salvan o hunden más a Independiente. Solo se que fueron los únicos en poner lo que había que poner para que el mono baile. Para que el equipo siga en ascenso. Para que Independiente, aún agonizando, respire unos días más. ¿Y está bien? No se. Para Independiente será más de lo mismo. Para Cantero ya no. Se volvió a condenar moral y socialmente. Dejó entrar al club a aquellos que dijo que expulsaría. Y para esquivarlo prefiere crear una discusión mediática con Gustavo López, sus informes y sus cuotas sociales. "El Capitán del barco es el último en bajarse. Y yo todavía sigo acá", dice el dirigente. Si, en el barco todavía sigue. Pero el barco ya no importa. Ahora es otro vehículo el que mueve al club. El Capitán del camión manejará todo. Y en ese camión, parece, no habrá un lugar para Javier Cantero.

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