jueves, 20 de marzo de 2014

Rezale a San Carlos


Villa San Carlos es un club bien de barrio. Fue fundado en una carpintería en 1925, por lo que tiene 89 años de existencia. El 25 de mayo de 2013 alcanzó su máximo logro futbolístico: Ascendió a la B Nacional. Debido a la fecha patria en la que tamaño objetivo logró consolidarse, su hinchada entona el Himno Nacional cada vez que el equipo juega en Berisso, donde queda el Genácio Sálice (un estadio con una única cabecera de cemento donde caben 4.000 personas). Su clásico rival es Defensores de Cambaceres, un equipo de Ensenada que hoy milita en la cuarta división del fútbol argentino.

Por cuestiones laborales conozco a los jugadores, al cuerpo técnico y a varios dirigentes del Celeste. Antes de que culmine el primer semestre de la BN, ya se daban por vencidos, habían bajado los brazos y se sentían, nuevamente, en la B Metropolitana. Y a pesar de haber levantado en el primer tramo del 2014, hoy todavía sienten lo mismo. Pero aún así, volvieron a hacer historia.

Los jugadores de Villa San Carlos llegaron al Estadio Libertadores de América en autos particulares, porque el micro que los transportaba se quedó varado en Berisso. Arribaron con sus celulares y sus cámaras, para retratar un momento único. Y vaya que lo fue.

Independiente, el Glorioso Independiente del que me hablaron mis abuelos, no le pudo ganar a un club que pasó 14 temporadas en la C y 29 en la D. Montenegro y Parra no pudieron con Di Fulvio, Córdoba y el Gato Sessa. El experimentado Omar De Felippe no pudo ante el humilde Jorge San Esteban. De local, con 30.000 personas arengándolos. ¿Y dicen que sienten presión? Presionados estaban los muchachos de la Villa, que no paraban de temblar cuando apareció el Rojo en el campo de juego.

Lo de San Carlos fue pura garra y corazón. Jugó como un equipo de fútbol amateur y se llevó lo que vino a buscar a Avellaneda. De yapa se ganó un asado por no perder pagado por la dirigencia Villera. Sí, Gastón Sessa hizo todo bien. Pero, con la "diferencia de categoría" que inventó vaya a saber qué periodista ingenuo indicando que Independiente está un escalón por encima del resto de los equipos de la BN, el Rojo tendría que haber creado 300 situaciones de gol. No tres o cuatro.

Me saco el sombrero con Federico Mancuello. Con su actitud expone a los que no merecen vestir la camiseta de Independiente desde hace un tiempo. No es que haya mejorado o se haya acordado de lo que hacía en inferiores. Mancuello siempre fue esto, pasa que antes no le salía una.

Hace siete que los de De Felippe no ganan. Increíblemente, nadie los ha superado aún. Aunque Instituto muerde los talones estando a un punto. ¿Los tucumanos? Se ve que no tienen muchas ganas de ascender. Y Banfield y Defensa están lejos, pero con tres partidos al hilo quedan ahí, al tiro. 

Habrá que rezar mucho para volver. Porque aplaudir, me dan ganas de aplaudirme los testículos con dos cacerolas cada vez que veo que la gente despide a este híbrido equipo con aplausos. Y los insultos creo que ya los use todos. Ayer lagrimeé un poco cuando escuché el último pitido de Patricio Loustau entrando por mis oídos. Lamentablemente, otra cosa ya no me sale.

Entonces habrá que rezar. Y el primer santo que se me viene a la cabeza desde anoche, que no me dejó pegar un maldito ojo en toda la puta noche, es San Carlos, el santo de Berisso. El que le ganó al Diablo empatando 0-0.

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