martes, 11 de febrero de 2014

Escalera al cielo

Ver a Independiente jugar en el estadio de Temperley fue volver a descender. Fue otro mazazo en la nuca en menos de un año. Desde el vamos, todo el mundo sabía que Brown de Adrogué, insólito rival del Rojo en su ¿transitorio? paso por la BN, no iba a recibir al gigante de la categoría en su casa, pero el patio del Gasolero pareció ser algo similar. 


Por fortuna no pasó lo de aquella vez en Avellaneda. De rayado y con Brindisi en el banco, Independiente no tenía rumbo alguno. No había brújula, no había Norte o Sur, no había fe. Con el tiempo todo cambió de golpe; otra vez, por fortuna. La llegada de De Felippe y su trabajo tuvieron mucho que ver.

Y aunque costó, se pidió la hora, se sufrió más de la cuenta y demás, de la mano -o del pie, como quien dice- de un Ángel, y también de "tres fantásticos" más, el Rojo parece ir reconstruyendo su escalera al cielo. Un cielo que está muy pero muy lejos de aquel que supo tocar en los años 70, pero que sigue intacto y quieto. Está ahí, a la espera de que el Diablo se vuelva a reencontrar con él próximamente. Faltan 20. Vení, vení, sufrí conmigo...

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