miércoles, 12 de febrero de 2014

Ayer

Ya pasaron diez años, pero el recuerdo sigue ahí, intacto. Como si tamaña noche pudiera ser fácil de olvidar. Recuerdo todo como si hubiese pasado hace unos días.

Independiente debutaba en la Libertadores del 2004 ante Cienciano de Perú, el último campeón de la reciente Copa Sudamericana. El andar a nivel nacional no era el mejor tras el campeonato del 2002, aunque el Rojo había comenzado con el pie derecho este año venciendo 4-1 a Estudiantes en La Plata. Una noche antes, Albeiro Usuriaga (QEPD), había sido asesinado en Colombia por haberse metido con la mujer de un capo mafia. Toda la Doble Visera coreó su nombre de principio a fin. Me pareció ver a mi papá derramar algunas lágrimas tras conocerse la noticia del Palomo. Unos instantes después, las lágrimas se fundirían en un sincero abrazo entre el Rojo, mi viejo y yo. 

Independiente sale a la cancha y la Visera se viene abajo. Pocas veces habré visto tanta ilusión en los hinchas al comienzo de un torneo. Pero bueno, era lógico. Debutaba en familia. Como Rey. Con la Reina que lo llevó a lo más alto de la gloria siete veces -cuatro de ellas, al hilo-. Luego de que los once hombres que visten la camiseta más hermosa del mundo aparezcan en el campo de juego, escuché otra ovación, no menos importante: Ahí estaba, de saco y corbata. Bien pintón. José Omar Pastoriza se acerca al banco de suplentes y todo el estadio corea: "Olé, olé, olé, olé, Pato, Pato". Aprendí a amarlo de chiquito. A él y al Palomo. 

¿El partido? Un 4-2 con baile incluido al campeón sudamericano. Uno del Chaco Giménez, otro del Toti Ríos -nobleza obliga, tremenda jugada de Damián Manso, que después haría honor a su apodo y sería solo un "Piojito" con la 10 del Bocha en la espalda- y dos de Hernán Losada. Ah, también debutó un negrito de 15 años en la Copa Libertadores esa noche. Un tal Sergio Agüero. Hermoso e imborrable recuerdo de ayer. De ayer y siempre.

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