Independiente perdió más que tres puntos ante Atlético Tucumán. Además de desaprovechar la chance de acercarse a Banfield, el Rojo parece haber vuelto una rueda hacia atrás, cuando Miguel Brindisi no le encontraba la vuelta al equipo y los hinchas se comían los codos partido tras partido.
Precisamente, la ansiedad fue la que ganó por goleada anoche en el Libertadores de América. Y eso que ahora parece haber nombres de calidad. Pero, a veces, y sobre todo en circunstancias como las que atraviesa el equipo de Omar De Felippe, con la chapa no basta. Los referentes se cansan de decirlo, pero algunos parecen no entenderlo.
El Rojo no da pie con bola, no puede hacer dos pases seguidos sin perder la pelota o tirarla afuera. La ansiedad que los hinchas sufren por ascender lo antes posible y sacarse de encima esta dura mochila de cargar con el año más complicado de la historia se transmitió a los jugadores de la noche a la mañana.
Para colmo de males, nadie se pone de acuerdo en la tribuna. Si alentás, está mal. Si exigís, está mal. Si puteás, está mal. Si silbás, está mal. Si te vas antes, sos amargo. Si te quedás, ni se te ocurra apaludir, por favor. Y mientras muchos juegan al Gran DT desde la platea, Omar De Felippe suma solo dos derrotas al frente del equipo en una sola rueda. Muchísimo mérito propio, ya que agarró un equipo totalmente híbrido por donde se lo observe.
Si se deja carcomer por los nervios, Independiente está perdido. Si sigue con la mentalidad de siempre, retocando algunos problemas sencillos -como la falta de precisión en los laterales, la floja marca de los volantes, la poca asociación de Pisano-Montenegro-Insúa y las pocas ocasiones que le quedan al punta de turno a su merced-, el ascenso será posible. Pero ahora, las vulnerabilidades de sus dirigidos están expuestas, a la vista. A disposición de los buitres que viajarán a Avellaneda con la premisa de poder saberse mejores que el temible Rey de Copas. ¿O me equivoco?
No hay comentarios:
Publicar un comentario