lunes, 8 de mayo de 2017

Dignos de un team muy valiente


Muchas veces escuché hablar de esto. Muchas más, todavía, leí sobre el asunto. Si existe alguna noche que englobe la impronta de Independiente para el resto del mundo futbolero, habrá que recurrir a algún partido -sin distinguir rival, estadio o instancia- de esas inolvidables jornadas de Copa Libertadores que lamentablemente mi generación no vio. El primer amor del Rojo; y el último, también.

A su vez, en muchas ocasiones vi a once jugadores salir caminando al campo de juego, llegar a la mitad del terreno y levantar los brazos saludando a los cuatro costados sin perder la calma. No es la primera vez que esto sucede, claro que no. Ya ocurrió en algún homenaje al más campeón de América, con Roberto Ferreiro todavía vivo. Pero quizás pocos lo recuerden, pues ese rejunte de muchachos no contagiaba como lo hacían los gladiadores que ganaban copa tras copa en los años 70.

Independientemente del resultado que consigan en el rectángulo, estos once hombres representan con orgullo al hincha. No es demagogia por haber goleado a Newell's en el Parque de la Independencia. Por supuesto que no. Hace varios partidos que el equipo de Ariel Holan parece otro. Y aunque todavía no se haya ganado de local y los procesos sean difíciles de sostener en el fútbol argentino, lo del hombre de los drones parece ser cosa seria. El saludo es algo anecdótico, que llena de amor a los hinchas enfermos como nosotros. No se ganarán partidos por ello, pero está perfecto que se haya decidido sostenerlo y que marque un estilo, una tendencia, un símbolo que represente lo que genera este club. ¡Qué todos sepan lo que es Independiente, carajo!

Ganar de visitante, con categoría, ante un equipo que está peleando el campeonato y que preparó una fiesta para quedar a un punto de Boca, también es acercarse un pasito más a lo que éramos. A lo que supimos ser. A lo que se construyó con tantos años de trabajo y se destruyó con tan pocos de malas -y polémicas- gestiones. Ponerse de pie y reventarse las manos al ver a Independiente salir caminando tranquilo, con Tagliafico al frente, pararse en el centro del campo de juego, levantar la cabeza y saludar a los cuatro costados como el capitán emblema que es, también es volver a ser. Y ver a diez tipos que lo respaldan, siguiéndolo, contagiados, nos deja tranquilos. 

Algo cambió. No se con exactitud qué. Pero Independiente cambió el chip. Y este equipo siente la camiseta como la siente el hincha. Lo veo en las voladas de Campaña, lo siento en las idas y vueltas de Bustos, en los quites de Franco. En los cojones de Tagliafico. En las orgásmicas presentaciones de Barco, en las diferencias que marca Rigoni, en la magia de Erviti, en la indiferencia a las críticas de Benítez, en el sacrificio de Gigliotti. Y así podríamos seguir, pero la idea es sólo remarcar un par de cuestiones como esas antes de que sean las 3 de la madrugada del 8 de mayo. Así los quiero: guapos para una jornada, dignos de un team muy valiente.

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