domingo, 19 de marzo de 2017

El poder de la información


Hace años entendí que mi pasión era comunicar. Siempre soñé con tener un periódico, escribir en una revista, hacer un documental, crear un medio de comunicación propio y seguir una línea editorial o un estilo predeterminado. Hace años, por suerte, pude aventurarme en este difícil camino del periodismo y las cuestiones laborales. Y hasta ahora creo que tan mal no me fue.


La primera vez que tuve la posibilidad de hacer radio me sentí realizado. Era tocar el cielo con las manos en tan sólo algunos pocos meses de formación académica durante el 2011. Pasó lo mismo la primera vez que me encontré delante de una hoja en blanco, con una lapicera y ante la chance de escribir mi primer artículo periodístico. Sea del tema que sea, sobre el espectro que sea, entiendo que siempre intenté dar todo para hacer las cosas de la mejor manera posible -todavía lo intento-. Y tras equivocarme y equivocarme, aprendí a redactar, a comunicar, a contar historias, a narrar hechos, a generar opinión -buena o mala-, a hacer y desgrabar entrevistas, a repreguntar consultas. Aprendí a no quedarme callado: aprendí a hacer periodismo.

Así fue que en marzo de 2013, quizás en uno de mis peores años anímicamente hablando, conseguí el trabajo por el que tanto me había esforzado. Me encontraba entrando en la redacción de Clarín para una entrevista con un tal Alejandro de RRHH. Estaba solo en una oficina de reuniones completando un formulario y pensaba: "¿Cómo llegué acá?". Al poco tiempo, escribía para el Diario Olé y nunca, pero nunca, me sentí más que ese pequeño inexperto que daba sus primeros pasos en sitios webs periodísticos de audiencia muy distinta. Estaba tan emocionado por poder trabajar de lo que me gustaba, que la paga del contrato de un pasante me importaba realmente muy poco. Traté de aprender y sacarle el jugo al máximo a una de las mejores experiencias laborales que tuve -y tendré- en mi vida. Me iba a dormir feliz todas las noches y me despertaba de igual o mejor manera en las mañanas. Casi como una contrapartida, el trabajo me hacia olvidar lo triste que me ponían los fines de semana cuando el descenso de Independiente parecía ser cada vez más real. 

En esa experiencia me encargué de comunicar lo que sucedía en los clubes más importantes de La Plata: Estudiantes y Gimnasia. Nunca, jamás, se me cruzó por la cabeza mezclar lo sentimental o pasional con alguna palabra o artículo. Me tocó hablar y escribir sobre Independiente cuando Estudiantes lo enfrentó a pocas fechas del insalvable descenso a la BN. Y traté de ser lo más objetivo posible, dejando de lado la medocridad de no poder sacarse la camiseta a la hora de volcar en papel lo que uno tiene en la cabeza.


A las pocas semanas, y pensando en lograr ese sueño de tener un medio propio, creé Engranados junto a Leo, Maxi y Pablo. Engranados sería un medio de comunicación multiplataforma que informaría sobre el presente del Club Atlético Lanús. Por cuestiones de cercanía -mías- y de pasión -de ellos, claro está-, Lanús nos abría el juego a una nueva aventura. Yo estaba acostumbrado a informar sobre Independiente y, desde hace un tiempito, Estudiantes, Gimnasia y algunos equipos del ascenso. Pero Lanús, un club que está en alza hace muchos años, un club que crece a velocidad crucero, un club donde tengo miles de amigos, se nos presentaba como un desafío enorme. 15 de octubre de 2013 y a soñar. Han pasado casi 4 años y tuve millones de problemas por haber pensado en escribir sobre una institución "que no era la mía".


Palos en la rueda, enojos, peleas, desganos, idas, vueltas, mala sangre y, ahora, amenazas. Puedo asegurar que jamás saqué un provecho de Lanús. Jamás tocaría un mango de ese club ni de ninguno. Jamás nos involucramos con alguna agrupación política. Jamás aceptamos algún tipo de ayuda económica o cosa por el estilo. Jamás hablamos mal de Lanús, ni yo ni los monstruos que forman parte de mi staff -que son todos bien Granates, dicho sea de paso-. Jamás lo haríamos y jamás lo haremos, porque la linea editorial de la que hablaba al comienzo va en contra de eso. Nos bancamos que hablen mal de nosotros, que escriban tuits y agachen la cabeza cuando los cruzamos en Arias y Guidi. Nos bancamos -me banco- la que sea. Me siento a hablar con el que sea y le aclaro las cosas de frente y sin problemas. Yo soy hincha de Independiente y mi pasión es el periodismo. Hoy me toca escribir y llevar adelante un medio partidario de Lanús. Y creo que tan mal no nos ha ido. Si me quieren amenazar por ser hincha de otro club, por subir fotos o por lo que sea, acá estoy. No me voy a quedar callado. El poder de la información es mucho más fuerte.

Sean felices.

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