viernes, 14 de octubre de 2016

El que no llora, mama


Luego de hacer el ridículo frente al desconocido Chapecoense -ojo, los penales son lotería pero la serie fue paupérrima-, el máximo campeón de América implora por un lugar en la próxima Copa Libertadores. Y uno se pregunta, ¿para qué? ¿Acaso los hinchas piensan ganar el trofeo más importante del continente con jugadores como Martín Benítez o Juan Sánchez Miño?

Es lógico que, por simple naturaleza, se aspire a por lo menos disputar nuevamente un torneo tan importante como éste. ¿Pero está bien intentar llegar a semejante premio bajo cualquier costo? ¿Por qué no en lugar de patalear por jugar un partido desempate ante Atlético Tucumán no pusieron un poco más de garra y corazón en vender a Benítez a los turcos? ¿O en meter mano y borrar al Ruso Rodríguez antes del golazo de Lisandro López contra Racing? ¿O por qué no le pidieron un poco más de huevos a los jugadores antes de que salgan timoratos a empatar 0-0 vs. Olimpo de local?

La generación de los noventa nació en la última etapa de "las buenas" para Independiente. Del 2002 en adelante, todas pálidas -salvo excepciones y la bendita Sudaca 2010-. Esta generación creció sabiendo que las siete Libertadores no fueron en vano. Que Independiente es el máximo ganador de América y lo seguirá siendo hasta que Boca lo iguale o Peñarol gane dos más. "¡Ah, pero entraban en instancias ya decisivas ustedes!", dirán algunos. Perfecto, sí. Pero ese mérito el club se lo ganó a medida que obtenía sus galardones. Hoy, muy lejos de eso, los dirigentes salen a llorar por un lugar que no merecen, en lugar de ganárselo.

"Queremos la octava", es el lema desde hace varios largos años. Lo dice el presidente, lo reproducen los jugadores, lo sueñan los hinchas y lo sufrimos todos. Para entrar a la Libertadores y ganarla por octava vez tenés que salir campeón, macho. Tenés que ganar el torneo local, la Copa Argentina, llegar lejos en la Sudamericana o, al menos, merecértelo. No jugar al dirigente mediático para sacarle un lugar a un equipo del interior.

Según lo  que ocurrió en el Torneo de Transición 2016, que bien coronó a Lanús como el campeón tras pasear a San Lorenzo en el Monumental, todo se definió por desempate. El primer puesto, el segundo. ¿Por qué el tercero y el cuarto no se definirían así?  Pregúntenle a los cráneos de AFA y CONMEBOL. Para que se entienda: ¿Debería haber desempate entre Independiente y Atlético Tucumán para ver quien accede a la Copa Libertadores? A mi criterio, sí. Pero está mal llorarlo como un equipo chico. Sos Independiente. ¿Querés jugar la Copa? Salí campeón o logralo de forma ortodoxa al menos. Hay que empezar a mirar para adentro. Ya es hora.

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