jueves, 18 de mayo de 2017

Déjà vu


¿Cuántas veces pasamos por situaciones en las que sentimos que ya estuvimos antes? La piel de gallina retroalimenta una sensación insólita, en la que suponemos vivir algo que anteriormente “soñamos”. O simplemente, asociamos un hecho actual a algo similar que ocurrió en el pasado. 


Por más mínimas que resulten, esas sensaciones se nos presentan a diario. Y en el fútbol, mi amigo, nunca hay excepción a la regla –o mejor dicho, siempre la hay, pero este caso también califica-: Independiente acaba de ganar la Sudamericana 2010, dio el primer paso para recobrar su impronta tradicional, su chapa copera. Su “mística”. Además de clasificarse a la próxima edición y jugar la Libertadores del año próximo, disputará la Recopa ante el vigente campeón del torneo más importante del continente y viajará a Japón para tratar de alzar otro trofeo poco conocido en unos cuantos meses.

En ese torneo, la Suruga Bank, es donde quiero poner el foco de este texto. Independiente no tiene la mejor de sus presentaciones ante el Jubilo Iwata en dicha final y termina cayendo derrotado por penales. Un arma de doble filo: ganar te borda una estrella más alrededor del escudo. Perder te convierte en el acontecimiento tragicómico de la semana –intentarlo tapar con el regreso de un ídolo no es consuelo alguno-.

Anoche, Independiente enfrentó a Deportivo Camioneros por la Copa Argentina. Vaya coincidencia, el club que preside Pablo Moyano, dirigente del Rojo e hijo del actual presidente de la institución de Avellaneda. En la antesala, las declaraciones son bastante desafortunadas. A pesar de la poca importancia que varios le dimos al asunto, no veo demasiado propicio poner en jaque el deseo de triunfo por parte de un dirigente de mi club. De todas formas, el partido se llevó a cabo en una nueva noche fría en Quilmes y la gente del club reconocido por su apoyo sindicalista se hizo presente en gran número –vaya uno a saber qué colores los mueven por dentro-.

Del juego, poco y nada. Con suplentes, Independiente fue el de hace algunos meses atrás. Dubitativo, con malas decisiones. Salvo excepciones –en las que no podemos dejar de incluir a Leandro Fernández, que volvió de una dura lesión, los habitualmente titulares y a alguno de los pibes-, el resto fue un papelón. Hay algunos muchachitos que deberían jugar a la escoba de 15 en lugar de ponerse esta camiseta. Y más allá de eso, el equipo de Holan jugó un aceptable primer tiempo, pero la pasó muy mal en el complemento.

Con el empate en cero persistente, los penales determinarían el ganador de la serie. Y ahí es donde el déjà vu invadió mis sentidos. Poco para reprochar en la serie: da gusto tener a un seguro Campaña que se mueve sobre la línea impacientando a sus rivales –y que encima responde-, y no se le puede caer a Meza por equivocarse –porque cualquiera puede hacerlo-. Pero cuando Ezequiel Barco tomó la pelota bajo una lluvia de silbidos, obligado a convertir para que Independiente siga en carrera, la misma sensación que me ocurrió durante la Suruga Bank me generó un nudo en el estómago. “¿Y si no convierte? ¿La gente lo culpará? Pobre pibe, que se quedó sin Sub-20 para jugar el clásico y tiene que enfrentarse a esta situación…”. Yo no sé si tendría los huevos que tiene este purrete de 17. Pero metió y a otra cosa mariposa.

Después Campaña se volvió a vestir de héroe y Toledo se equivocó e hizo algo bien para que Independiente pasara de fase convirtiendo el último. Pero la sensación de ver a un pibe, teniendo que poner el pecho para pasar una serie determinante frente a un rival que puede significar tan sólo un triunfo más –o puede condenarte en caso de una derrota-, fue la misma que en Japón. Por suerte, el resultado fue otro. Quizás ahora la mentalidad realmente cambió. Al margen de eso, ganó Independiente y todos felices. En cuanto a vos, que te frotabas las manos para descargarte por una desgracia ajena teniendo tantos lamentos propios. A vos, que te avergonzás de tus colores: “+23: EN EL CULO LA TENÉS”. Hasta la próxima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario