sábado, 6 de julio de 2013

Los quiero fuera


En épocas difíciles, cuando todo, absolutamente todo sale mal, buscar el lado positivo de las cosas cuesta el doble. Las malas rachas parecen perdurar cronológicamente en el tiempo para que, cuando uno necesita un poco de aire, por más mínimo que sea, sólo sigan cayendo más y más malas noticias. Tocar fondo y comenzar de cero, para algunos, podría ser una solución. Pero ¿Dónde está el fondo? ¿Cuándo se tocó? ¿Y si eso que pensaba que lo era, en definitiva, no era el fondo? A prestar atención:


Un día la gente dijo "Basta". Un día, ya lejano en el tiempo y totalmente irrecuperable, el hincha se dio cuenta de que había que hacer "borrón y cuenta nueva" en el club. Un día, el socio, ese que tanto privilegiaron muchos y ahora parece olvidado y hasta subestimado, se cansó y les dio su apoyo. Por ese apoyo, hoy son quienes son. No hay que olvidar nunca eso. Cada uno tendrá su autocrítica, explicita o implicitamente. En mayor o en menor medida. Cada uno tiene una cuota de responsabilidad en lo que pasó, pero no es la intención de este escritor cargar con culpas -Él también las tiene- por lo sucedido. No sólo arrojaron 108 años de historia por la borda, restándole uno de sus mayores prestigios a la institución, sino que, además, continúan colocando, de manera adrede, estigmas que resultarán imborrables a futuro. Descuidaron un patrimonio, en muchísimos aspectos, que de movida ya estaba en terapia intensiva. Descuidaron a los chicos surgidos en el club, en menor o mayor medida. Pretenden reforzar un equipo que tendrá que hacer historia relojeando la red social del pajarito, conocida a nivel popular como Twitter. ¿Y la capacidad de gestión?

La soberbia no tiene límites cuando el poder infiere en la vida humana. Están ahí por un "voto bronca". Lo saben y lo sabemos. La gente quería un cambio y ustedes lo prometieron. Lo prometieron y no fallaron: El cambio, finalmente, sucedió. Mancharon la historia, ustedes y los otros. Y como quería fuera a los buitres que ahora se regocijan y se frotan las manos por volver a apropiarse de lo que no les pertenece, a ustedes también los quiero fuera.

Apiadensé del dolor que cada uno siente día a día. ¿Sabrán entender ese dolor ellos? ¿Sabrán de los llantos multitudinarios que se ven a diario en la calle por lo que hicieron? ¿De las interminables noches y los alargados despertares que no te dejan en paz? ¿Sabrán que te mataron una parte, quizás para vos, la más importante del corazón? Seguramente si, pero parece no importarles. ¿Qué quieren? ¿Reivindicarse? ¿Para qué? No habrá mérito que tape el dolor que causaron. Ustedes y los otros. Aléjense en diciembre de 2014 y no vuelvan nunca más. Ni ustedes, ni los otros. Los quiero fuera. Y bien lejos.



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