jueves, 14 de marzo de 2013

Gente mala


"Uno bebe con amigos y se olvida de que hay gente mala", suelta "La Mississippi", exitosa y reconocida banda de blues rock argentino, en una de sus gloriosas canciones. "La verdad no te quiero amargar, pero algunos no aprendieron a amar. Vos viví como sabés y no olvides que siempre hay gente mala, riéndose en tu cara. Siempre hay gente mala y dejan el País en llamas", continúa. 


Será que uno, en la vorágine de la cotidianidad, no le da tanto valor al impacto que puede provocar llamar a alguien "mala persona" o no se preocupa por tomarse un momento y preguntarse: ¿Quién es quién para calificar qué está bien y qué está mal? ¿Cuál es la vara para medir lo bueno y lo malo? ¿Qué mérito tiene que hacer uno para llamarse buena persona o qué pecado debe cometer otro para considerarse una mala?  Desde el vamos, quien suscribe tampoco es quien para definir cómo se mide, ni qué está bien y qué está mal. Pero contextualizando los problemas diarios de aquellos que creemos que "ni una nos sale bien", a menudo, solemos reflexionar sobre la buena y la mala gente, sobre todo a la hora de echar culpas.

Gente hubo y la habrá siempre. Las características de las personas, arbitrarias y aleatorias por supuesto, influyen a la hora de definir la personalidad de cada sujeto, no en cuanto a un grado de bondad o maldad, pero si en referencia a su predisposición para con los demás, su paciencia, esmero, felicidad, angustia y, por qué no, la influencia sobre el otro. Ese otro será el que, a partir de los atributos denotados, lo considere de determinada manera.

La gente mala crece de manera proporcional con las estafas, los engaños, las mentiras, el egoísmo  los malos tratos y la falta de códigos. Hoy en día no es novedad descubrir uno de estos conceptos en algún integrante de un grupo socialmente marcado. Siempre está "esa" persona que usted consideraba un amigo y, en determinado momento o cuando menos se lo espera, falla, desaparece, se borra, cambia totalmente, responde de manera equivocada y deja al descubierto la verdadera cara de su "amistad".

Es ahí cuando usted, estimado lector, debe hacer foco en la gente que realmente lo tiene en cuenta, pues, al fin y al cabo, nadie es quien para marcar un límite entre lo bueno y lo malo, pero, seguramente, habrá quienes lo consideren a uno como un amigo, un compañero, un "compinche" y no como "uno más" del montón.

Esa gente que tiene en cuenta su amistad, su valor sentimental, su cariño y su persona, será la que, indefectiblemente, marque las etapas en su vida y lo acompañe aún en los momentos más duros. No los desperdicie.

"Todos sabemos que los amigos de verdad, nunca te mandarán preso y nunca lo harán", reza desde el cielo el interminable Ricardo Espinosa (Buenos Aires, Argentina, 31 de diciembre de 1966 – Avellaneda, Buenos Aires, Argentina, 30 de mayo de 2002). Si todos lo saben, no lo sé. Pero esa línea se la puede aplicar a miles de contextos en al vida cotidiana. Déjeme decirle entonces, estimado lector, que "Ricky" si tenía razón en que los amigos de verdad NUNCA te mandarán preso. 

De todas maneras, señor, le pido que no se enrosque con los pensamientos que esta cabeza genera. A veces, en la soledad de la madrugada, con un café de por medio y el ruido de la nada, a uno se le suele presentar Un Pensar Independiente del resto. Este es el mio, señor.

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