jueves, 11 de julio de 2013

De Ángel a Demonio

Generalmente, algunos desenlaces suelen ser más angustiosos que otros. De antemano, el posible final que podía tener Independiente en su desconocida aventura por la rutinaria vorágine de los promedios no era muy alentador.
Claro, un posible descenso a la segunda división del fútbol argentino dista mucho de aproximarse a la felicidad, pero cuando se trata de un primer descenso, algo que marcará un antes y un después, la situación se torna aún peor.

Para evitarlo, la ingeniosa Comisión Directiva del club optó por reforzar un desarraigado equipo con jugadores de experiencia notable, futbolistas ganadores, que sepan de triunfos y títulos. Uno de ellos, cuya novela tardó demasiado en resolverse -tenía que acordar su situación en Grecia, iba a ser papá y existía la posibilidad de que analice otras ofertas-, fue el caso de Fabián Vargas.

El colombiano, familiarizado en la Argentina por su exitoso paso en Boca Juniors, llegaba al Rojo y se incorporaba al plantel que Cristian Díaz formaba para escaparle al promedio en lo que sería una temporada histórica -finalmente lo fue-. Pero, por motivos físicos, sus primeras presencias, como su arribo al club, tardaron en llegar. Igualmente, con pocos minutos en cancha, el bogotano era de los más aplaudidos por la gente. Y si, ojos acostumbrados a ver volantes de pésimo nivel en el club quedaron asombrados al ver el nivel que Vargas denotaba.

Con el correr del tiempo, tanto él, como Cristian Tula y Claudio Morel Rodríguez, se transformaron en los tres referentes del hincha en el peor momento histórico del club. La incertidumbre corría cuando, en la antesala de un partido, se sabía que no jugaría alguno de los tres, por más irrelevancia que aconteciera aquel juego. Que Morel jugaba infiltrado, que Vargas tenía un desgarro y lo sufría partido a partido, que Tula era el guerrero del equipo, todo, absolutamente todo, era tenido en cuenta. Y más si provenía de ellos tres. Aunque, de alguna manera, a este escritor le produce una sensación de desasosiego saber que el hincha los considerase como "los mejores".

Sin embargo, permitiéndome la redundancia, hasta el final del Torneo Final, dichos jugadores, sobre todo Fabián Vargas, llegaron a capitalizar el mote de "Ídolo" para muchos hinchas del club. Ninguno de mis abuelos eran hinchas del Rojo, pero creo que hasta a ellos debo pedirles perdón por todas las hazañas que me han contado sobre Independiente y esta oscura y distante realidad que hoy percibimos. ¿Ídolo un tipo que se fue a la B? ¿Qué se hizo amonestar con River para no estar presente el intachable 15J? ¿Qué ahora, ya en la segunda división, con un contrato vencido, negocia con el rival de toda la vida para seguir jugando en Argentina? ¿Y el amor que el hincha le demostró? ¿Dónde queda eso? ¿A quién le importa? A Vargas parece que no...

La carrera profesional de los jugadores tiene estas cosas. El fútbol y el dinero van de la mano. Pero el contrato que Racing armó para Vargas no dista mucho del que tenía en Independiente. Y acá, como excusa, utilizar a la BN como condición para que el jugador no sea visto y por lo tanto no pueda llegar a jugar en la Selección de Colombia en Brasil 2014 no es un factor aceptable. Independiente va a ser la vidriera más grande de todo el país, duela o cueste, mal que le pese, mancha imborrable, ser el único equipo grande que juega en la segunda división será foco y centro de atención, por lo menos, durante la temporada que se viene. Las amenazas, la bronca, la angustia, el dolor y todo aquel sentimiento que pueda aportar un traicionero alejamiento del mejor jugador que tuvo Independiente en el último año deberían pasar a un segundo plano. Bueno, las amenazas no. Ellas si son totalmente repudiables. Pero también lo es la actitud de Vargas, un tipo que era querido y hasta alabado en el Rojo. Un mediocampista al cual muchos hinchas, por no decir la totalidad de los hinchas, querían entregarle la llave del club y que con ella haga lo que quiera. Un hombre que demostró que, bajo ningún punto de vista, hay que "casarse" con los jugadores. Un colombiano que, junto a su compatriota alias "La Bala de Plata", se fue al descenso con Independiente. Un jugador que pasó de Ángel a Demonio en menos de una semana. Como persona, hasta nunca. Como jugador me saco el sombrero, gracias por todo.

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