martes, 9 de agosto de 2016

Nada ha cambiado


Han cambiado algunos nombres, han cambiado algunas ideas. Se han ido jugadores para el olvido y han llegado algunos pocos -por ahora, para el olvido también- para reemplazarlos. Se fue un DT y llegó otro, uno que nunca "se fue" de su casa.

Es cierto que han cambiado varias cosas en el elenco de Avellaneda; pero en fútbol, donde los rebotes no habilitan y dos más dos no siempre es cuatro, todo parece estar intacto: Problemas defensivos por doquier, poca generación de juego en el campo rival, inexistencia de sociedades interesantes del mediocampo hacia arriba y nulas -o casi, al menos- chances de anotar goles.

En Independiente nada ha cambiado, señores. Se cuestionaba al lateral derecho y ahora se lo extraña, porque el que llegó es de terror. Se banca al DT -y se lo va a bancar siempre- por el sólo hecho de ser ÉL, pero eso no lo excluye del pedido exigente de los hinchas, que silbaron a sus jugadores (una vez más) tras otra eliminación más de la Copa Argentina.

Los dirigentes, mientras tanto, hablan e ilusionan a la gente con ganar la octava Copa Libertadores. Bueno, ¿Cómo decirlo? La Copa esta que Independiente volvió a desperdiciar es uno de los caminos más accesibles para jugar el certamen más importante de América. Ahora, al Rojo sólo le queda la Sudamericana para acercarse al objetivo tan preciado que todos buscan. Pero, ¿Así creen qué se puede? ¿Sin jugadores que estén a la altura de tamaña competencia?

Los hinchas no son boludos, no comen vidrio. Los hinchas quieren que aquellos dichosos que puedan vestir la camiseta de Independiente tengan el sacrificio de Rigoni, que se levantó del suelo cada vez que le pegaban un patadón. Los del paladar selecto del Rojo quieren jugadores que tengan los huevos y el empuje del pibe Barco, y no la apatía de Sánchez Miño. Los hinchas quieren ver otro Independiente, no este rejunte de once jugadores que no supo que hacer ante Defensa y Justicia y regaló, otra vez, la Copa que todos los equipos grandes miran siempre de reojo y sobran. Un Independiente distinto, un equipo que meta pero que también juegue. Y no lo que se vio el lunes en la cancha de Lanús. Traigan refuerzos, vieja.

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