Aunque parezca una cuestión axiomática, para un fiel
seguidor de un equipo de fútbol –cualquiera que sea- no hay nada más
irresistible que una noche de Copa. Las horas del día no pasan y la jornada
laboral –o de estudio- parece mucho más lenta, pero la ansiedad y los nervios nos
aceleran el ritmo cardíaco. El deseo de que el bendito momento llegue y por fin
se emprenda el recorrido hacia el estadio se adueña de nuestro estado mental. La
sensación de estar apoyando a los propios cuando asoman al campo de juego,
minutos antes de que todo comience, es impagable. Y así, miles de sentimientos
más que sólo se apaciguan cuando la pelota comienza a rodar, el partido empieza
a andar y todo va pasando muy rápido.
Si hay algo característico y
propio en todo hincha de Independiente es esa transmisión y orgullo por la
historia del club, por las hazañas realizadas en tiempos pasados, por
preocuparse y ocuparse de que todo el planeta se entere de la grandeza que supo
conseguir esta institución. Y eso, gracias a Dios, todavía se sigue
transmitiendo a las generaciones más pequeñas. Es quizá una de las pocas
tranquilidades y certezas que tenemos hoy los hinchas.
Pero dejando de lado la alegoría que genera ver a Independiente
disputar un certamen internacional, la actuación de los hombres de Holan anoche
ante Nacional fue de película. Si existe alguna forma de representar a un
equipo en una competencia conocida en todo el mundo y dejarlo no sólo bien
parado, sino también obtener tamaña diferencia, sin dudas esta es la mejor
opción.
Independiente brilló, ganó, tocó, bailó, gozó, gustó y goleó. Jugó el fútbol que
aquellos abuelos y padres vieron en décadas lejanas y que tantas ansías tenían de disfrutar junto a sus nietos e hijos. Apabulló al rival, y no
solamente con el resultado: lo pasó por encima, literalmente. Hubo
individualidades altamente destacables, pero lo más meritorio e importante es que hubo un equipo –y un hombre que los dirige- que supo entender lo que significa para el hincha
de Independiente una noche copera. Que así sea siempre, de aquí en más. Y muchas gracias por el fútbol.
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