domingo, 22 de marzo de 2015

Extractos de buen fútbol


Alguna vez, en algún momento y en algún lugar, una boca dijo: "El fútbol son momentos". Y aunque suene relativo o parezca esconder algo más que una frase hecha, la experiencia de seguir a un equipo por varios años logra aportarle algo de razón al mito.

Claro que Independiente siempre le escapa a toda explicación lógica. Es raro. Tiene un entrenador cuestionado por momentos. Tiene un Capitán emblemático que está haciendo historia partido tras partido. Tiene una defensa que, de a ratos, parece un flan. Tiene un cinco y un nueve como la gente (por fin). Tiene juego asociado. Tiene la intención de jugar con la pelota al piso -y tiene la capacidad notoria para hacerlo-. Tiene lagunas, es cierto. Pero por momentos enamora a sus hinchas con su toqueteo. 

Quizás tenga todo eso en un partido y en el próximo no tenga nada. Tal vez la intención de jugar así no siempre se puede plasmar dentro del rectángulo. O el rival lo termina doblegando sin problemas. Y lo golea. Y todo el estadio se va abucheando a los jugadores, al DT y demás.

¿Y quién es el responsable? Vaya uno a saber. La relación amor/odio de Jorge Almirón con la gente no le encuentra una respuesta a esta pregunta. Para este humilde escritor, el Negro George es un tipo que le devolvió a Independiente su estilo de juego. O por lo menos es el entrenador que estaba presente cuando el Rojo intentó volver a gestarlo de a poco. Es cierto que con jugadores como los que hoy conforman el plantel profesional es todo más fácil. Pero si cuando ese plantel pierde, la recriminación apunta solo al banco de suplentes, cuando el equipo gana, gusta y golea debe haber un mínimo reconocimiento.

El que vio jugar a Federico Mancuello en inferiores siempre sostuvo que pintaba para Crack. Tardó en demostrarlo, pero su sacrificio y calidad hoy tienen la mejor recompensa que un jugador de fútbol puede tener. Jugará junto a los mejores. Asistirá a Lionel Messi alguna vez o festejará goles con Sergio Agüero. Representará al país. Al Rojo. A todos nosotros.

El que alguna vez vio a Lucas Albertengo romperla en Atlético Rafaela, seguro siempre quiso traerlo para Avellaneda. Y un día sucedió: Independiente tiene al delantero que todos querían. Y está pagando con goles, que es lo más importante.

El que hizo un seguimiento de Diego Rodríguez en Godoy Cruz, supo que no tendría problemas en pararse dentro del círculo del campo de juego para marcar, trasladar o bancar la parada. Sinceramente, pocos lo conocían. Pero ellos dan fe de que el Torito tenía los cojones bien puestos. Y así fue. Larga vida al cinco.

Y el que alguna vez ve a Jesús, por favor, dele las gracias de mi parte por haber elegido a Independiente para demostrar su magia celestial. Nada más. Ah, si: Muéranse todos los que aplaudieron a Fredes.

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