domingo, 22 de noviembre de 2020

Quedó tan lejos

Todavía faltaban algunas horas para el partido. Por alguna razón, desde chicos nos enseñan a ir "temprano" a la cancha para evitar problemas, cómo si eso tuviese algún tipo de sentido. Pero para no romper con una de las máximas que nos dejó el viejo (sobre todo afuera del país), la entrada al Defensores del Chaco se hizo antes de que caiga el Sol. 

Mientras la gente iba llegando, pensaba en lo que nos merecíamos esa semifinal de copa. Después de tantos años de momentos para el olvido, lágrimas en vano, depresiones cotidianas y constantes, estar en esa instancia, en el "aquí y ahora", era impagable. Independiente tiene esas cosas: en el 2010 se arrastraba por el torneo local, pero llegaba el "jueves de copa" y todo cambiaba, la ilusión renacía en la gente de forma automática. Supongo que la "mística" hace lo suyo y logra despertar ese sentimiento entre todos nosotros. No podía creer que estemos allí, de pie. Otra vez.

Pasaron 3 años desde aquella noche. Perdimos 1-0 en Paraguay, pero mereciendo no solo empatar sino también volver con un triunfo a jugar el encuentro de vuelta. Y lógicamente, como muchas veces NO sucede en el fútbol, el desenlace terminó siendo feliz (el mejor de los cuatro equipos que había en semifinales terminó quedándose con ese título). Pero al margen de eso, la sensación de sentirse orgulloso por ver a su equipo representando su sentimiento de confianza, ilusión y compromiso, fue categórica. Volviendo de la cancha al hotel, y del hotel al aeropuerto, con angustia por el resultado pero también con convicción por lo que sucedería dentro de una semana, me convencía de que ESE era el Independiente del que tanto me habían contado en mi infancia. Me subí al avión sabiendo que, en una semana, seríamos finalistas del torneo. Y creo que a todos nos pasó lo mismo.

El "hoy" es muy distinto. Se retrocedieron muchos pasos en este lapso de tiempo, cambiaron los nombres, los manejos, los estilos. Hasta la gente cambió. Ni hablar de ese sentimiento de confianza, convicción e ilusión. Todo desapareció. Ver a Independiente hoy no genera nada de eso, de hecho hace mucho que se volvió cotidiano sentir todo lo contrario (como en la peor de las épocas). Puede pensarse que es cuestión de tiempo y trabajo. Que Pusineri y su gente trabajan a contrarreloj y que necesitan priorizar resultados por sobre funcionamiento. Pero siendo honestos, a 3 años de aquella noche en la que el marcador fue adverso pero la sensación fue completamente la opuesta, todo quedó tan lejos... 

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